Porque miro
esos ojos y me lleno de paz, el calor que hay en
sus manos me devuelve al redil humano y me recuerda que soy también de carne y hueso.
Los besos de esa boca me saben cada día
más dulces, su olor me gusta
cada vez más. Pocos días han pasado y hoy me di cuenta de que sigo siendo
muy vulnerable. Resulta que el rostro del pasado ha caído al piso y su mirada tiene ahora
su propia identidad.
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